sábado, 31 de enero de 2009

LA RULETA DE LA FORTUNA. ALÍ BABA Y EL LADRÓN NÚMERO 15

Me nacieron en una distinguida familia: mi padre de nombre Ali Kan reyezuelo de un reino del lejano Oriente y mi madre su concubina preferida de nombre Zoraida. De espíritu inquieto siempre andaba diciéndole a mi progenitor que quería conocer el mundo y él me subía a la torre principal de la alcazaba y desde allí afirmaba en tono severo: "mira hijo todo lo que alcanza tu mirada algún día será tuyo". Y yo pensaba que algún día le podría decir que nunca le escuché, que hice caso omiso a sus palabras.
Por fin con quince años y, mientras paseaba un día por el mercado que todos los miércoles se instalaba en la capital del reino, vi mi oportunidad de cambiar de rumbo. Se presentó con forma femenina, larga cabellera que acariciaba sutilmente su cintura y unos ojos de profundo negro azabache. Nos fugamos a la mayor celeridad y durante un tiempo mis pensamientos pasaron de formarse en mi cerebro a instalarse de cintura para abajo -digo- en las partes nobles.
Recorrimos parajes inhóspitos y llegamos a la Tierra Prometida donde durante unos años me encargué de la producción de los pozos petrolíferos que su padre le había dejado en herencia. Un día llegaron los judíos y me dijeron: "joven, venderás y comprarás pero nunca fabricarás". Vendí mi parte del negocio, le di un beso de despedida (por cierto se llamaba Salomé) y marché sin rumbo cierto.
Al cabo de dos lunas llenas caminando, recalé en un lindo pueblecito bereber. Allí conocí al califa Abderramán III nieto de una dinastía de bereberes de rancio abolengo. Me propuso hacer cine y en dos años rodamos dos largometrajes y gastamos todo el dinero que había en el Bank Of Credit de los Emiratos Árabes. Cómo nos reímos, cómo gozamos.
Retomé de nuevo mi camino y con unos cuantos dinares que guardé en una pequeña bolsa llegué a tierras dominadas por los mahometanos y entré a probar fortuna en uno de sus casinos. Siempre pensé que era como la niña bonita de la familia así que aposté parte de mi dinero al 15. Perdí. Al lado, un árabe de mirada penetrante y majestuosa barba me dijo: "amigo juega al 17 y vecino". Gané.
Le di las gracias y le pregunté por su nombre. Él me respondió: "soy Alí Baba y tu serás el ladrón número 15".

EL LADRÓN Nº 11 LLEGA A LA CUEVA

Esta vez fue el murmullo del viento el que me trajo la noticia: el jefe nos había convocado en la cueva. Su habilidad para hacernos llegar las noticias era imprevisible. Alborozado ante el reencuentro dirigí, presto, mis pasos al establo, ensillé mi negro corcel y me dispuse a atravesar el desierto. Los recuerdos acudían a mis ojos poblando la dorada arena de portentosos espejismos. Súbitamente una pregunta disipó las figuras ¿Cómo conocí a Alí Baba?... Querido, in ile tempore… Enmudeció la memoria, ¿Cuál era mi vida antes de conocer a Alí Babá? Nuevamente el silencio, sólo atinaba a recordar aquella frase que cambió mi vida: Verba volant scripta manent… Su sabiduría impregnaba cada uno de los gestos cotidianos pero quizás lo que nunca dejaría de sorprenderme era esa facilidad suya, contagiosa, de convertir en verso cualquier conversación.
Deseosa de llegar,
espoleando al corcel,
sin darme cuenta arribé,
a la cueva singular.
Con un tono de alegría,
las palabras pronuncié:
¡Sésamo ábrete!
Y la piedra se movió
dejándome vislumbrar
a los ladrones amigos
que esperaban mi llegar.

viernes, 30 de enero de 2009

YO SOY ALIBABA Y TENGO UN PEQUEÑO PROBLEMA

Queridos ladrones, amigos amantes,
padre madre hijos hermanos también
estoy en el centro mismo del desierto
tratando de convencer al ladrón 32,
que un sueño solamente es un sueño
y que no es ningún fundamento fuerte
para declarar la guerra a un continente
el pobre está muy nervioso y algo loco.
Que no me puede escuchar y temblando
me contesta que la vida no sirve para nada
cuando los sueños no se pueden realizar.
Que el muy loco quiere conquistar
el continente paluánico y simplemente
encontrar la bella amada soñada
el día que durmió a orillas del Himalaya
Me dio un gran beso y prometió
que día a día me haría llegar noticias
de las guerras las conquistas del amor
y la vida cotidiana y el arte de gobernar.
y cuando ingenuamente le pregunté,
cómo se las arreglaría desde tan lejos
para enviarme noticias todos los días
Juan el bueno me soltó un carcajada
y con gran sorna me dijo, llevo conmigo
mil quinientas palomas mensajeras
y cuatro buitres entrenados en el canto
que detalle a detalle todo te lo contarán
Me abrazo con fortaleza y me dijo
emocionado y llorando levemente
tú eres mi verdadero padre y por eso
te pido tu preciada alegre bendición
Convencido de que el loco ladrón
pasara lo que pasara iria tras de su sueño
al bendecirlo le dije hijo mio yo te quiero
y mi confianza en tu fuerza es ilimitada
por tierra todo todo lo conseguiras pero
hijo mio ten mucho cuidado con el mar.
Estoy llegando
a tus labios de entonces
a tu piel de los quince años
al sonido del viento entre las dunas
y su amargo sabor de nostalgia.
Viajo de país en país y en cada horizonte
vislumbro un nuevo horizonte en el que tú no estás.
Me río de las sombras que arremeten contra el mar
formando olas gigantes que nunca te alcanzan.
Llegar debe ser un instante
dejar en el desierto las dunas
y subir a un avión del siglo XXI
que no se estrelle contra un edificio
ni se hunda en el mar, ni lo estalle
una bomba en pleno vuelo.

Llego sin el recuerdo de nuestro encuentro
vacía y sin sonido, hueco árbol sin ramas.

¿Será el encuentro con el tesoro lo que me produce esa tristeza? o ¿el encuentro con los otros ladrones a los que hace años no veo y que al encontrarnos me hablará del tiempo transcurrido?

Llega la noche y hace frío. En el desierto es así, por las noches frío y por el día calor, mucho calor. Comeré unos dátiles y dormiré hasta que llegue el alba, arropada por mi camello Ajilavir-Hanun. No hay mejor abrigo para las noches del desierto.

miércoles, 28 de enero de 2009

MI PRIMER ENCUENTRO CON ALÍ BABÁ. EL LADRÓN NÚMERO 1.

Recorrí muchos caminos por desiertos y llanuras,
y no encontraba un hermano con quien poder conversar,
estudié con los mejores en el arte de curar,
y sanaba a los humildes y también a los señores.
Un día me encontré con el gran Ali Babá,
hablamos de economía, de política, de arte,
y en todas esas materias el maestro me venció.
Convencido de su ciencia le mostré mis credenciales
Y él me dijo firmemente: puedes quedarte conmigo
,sólo no has de abandonar ni tu ciencia ni tu arte
y compartir con los demás toda tu sabiduría,
aquí la ciencia es de todos, no hay privada propiedad.
A cambio te enseñaré lo que te falta saber:
estás verde para el mundo en el que quieres vivir,
no sabes hacer dinero, aún no conoces amor,
y del arte refinado aún no sabes lo mejor..
Habíamos conversado media hora escasamente,
pero lo que estaba claro es que él había acertado.
Su inteligencia, seguro, yo la aprovecharé bien
y la mía la pondré al servicio de su pueblo.
Somos cuarenta ladrones, cuarenta ladrones somos,
pero que no se equivoquen, nada sabemos de robos,
entraremos por las noches en todos los corazones
y robaremos la pena, los pesares y dolores….

sábado, 24 de enero de 2009

QUIERO CONTAR LA HISTORIA DE ALI BABÁ LA VERDADERA O LA FALSA LO MISMO DA

Quiero contar la historia de Ali Babá,
la verdadera la falsa lo mismo da.
Nací como nacen los hombres duros
líderes de guerra y también de la paz

Crecí solo, sin cuidados y sin bienes
y en el desierto casi muerto de sed
comencé por robar en un pozo ajeno
para calmar mi sed, un poco de agua.

Después aprendí a luchar por defender
mi comida que en general se trataba
de un pedacito pequeño de pan duro
y una copita, bien lo recuerdo, de nada.

A los ocho años me monté en un camello
que robé en la tienda de don Salomón,
y recorrí el desierto en toda su extensión
buscando entre las dunas, entre la arena

mujer, niño o poeta, hombre joven o viejo,
y fue duro el trabajo y pareció imposible
pero al pasar un año, a los nueve cumplidos,
cuarenta voluntades me proclaman su rey.