sábado, 31 de enero de 2009

EL LADRÓN Nº 11 LLEGA A LA CUEVA

Esta vez fue el murmullo del viento el que me trajo la noticia: el jefe nos había convocado en la cueva. Su habilidad para hacernos llegar las noticias era imprevisible. Alborozado ante el reencuentro dirigí, presto, mis pasos al establo, ensillé mi negro corcel y me dispuse a atravesar el desierto. Los recuerdos acudían a mis ojos poblando la dorada arena de portentosos espejismos. Súbitamente una pregunta disipó las figuras ¿Cómo conocí a Alí Baba?... Querido, in ile tempore… Enmudeció la memoria, ¿Cuál era mi vida antes de conocer a Alí Babá? Nuevamente el silencio, sólo atinaba a recordar aquella frase que cambió mi vida: Verba volant scripta manent… Su sabiduría impregnaba cada uno de los gestos cotidianos pero quizás lo que nunca dejaría de sorprenderme era esa facilidad suya, contagiosa, de convertir en verso cualquier conversación.
Deseosa de llegar,
espoleando al corcel,
sin darme cuenta arribé,
a la cueva singular.
Con un tono de alegría,
las palabras pronuncié:
¡Sésamo ábrete!
Y la piedra se movió
dejándome vislumbrar
a los ladrones amigos
que esperaban mi llegar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario