jueves, 5 de febrero de 2009

AYER SE CELEBRÓ EL GRAN CONSEJO DE LOS FABRICANTES DE PAPIROS INTELIGIBLES. L-27

Ayer se celebró el gran consejo de los fabricantes de papiros inteligibles. Estaban todas las categorías: grandes, medianos y pequeños. Nosotros pertenecemos a esta última, ya que creemos firmemente que todo buen ladrón debe disponer de papiros inteligibles donde reflejar sus peripecias, instrucciones y fórmulas para que, de esta manera, las generaciones que vendrán puedan beneficiarse de nuestra existencia.
Al principio, cuando nuestros mayores, dirigidos por el propio Alí Babá, emprendieron el verdadero viaje y llegaron a estas tierras, intentaron negociar con los fabricantes locales. Pero éstos, quizá por el acento o por el color dorado de las pieles o por la naturaleza de sus revelaciones, recelaban de ellos, así que, tras múltiples dificultades de entendimiento con los nativos, decidieron crear su propia fábrica.
Pasaron los años de manera pacífica: creábamos hermosos papiros que conservarían a lo largo del tiempo el preciado botín de nuestros esfuerzos. Nadie nos molestaba y no molestábamos a nadie pero, cómo no, hace cuatro primaveras, volvieron a surgir problemas.
Se acercaba el gran zoco del papiro inteligible, que todos los años se celebraba en el jardín del recogimiento, donde se reunían fabricantes, comerciantes y vendedores ambulantes para mostrar sus preciadas mercancías.
Cuál no sería nuestra sorpresa cuando un emisario del gran consejo nos anunció que, esa vez, no nos concederían una jaima para la ocasión. Alí montó en cólera por lo que consideraba una injusticia: “A nosotros, decía, que siempre pagamos el diezmo establecido... A nosotros, nos quieren expulsar del zoco...”
Cuando fuimos a pedir explicaciones, nos respondieron con sinceridad: “Sí, tenemos vuestros papiros y vuestro diezmo, pero a vosotros... A vosotros sólo os vemos una vez al año...” Comprendí rápidamente: Necesitaban las palabras de Alí, su presencia. Así que, desde entonces, cada vez que la luna alcanza su perfección geométrica, acudo a la reunión del consejo.
Las cosas fueron cambiando: primero nos asignaron una jaima con otros dos mercaderes; después, a cambio de hacer llegar las noticias a los últimos rincones del reino, pudimos disfrutar de una jaima a medias con otro mercader.
Íbamos mejorando, pero yo aún no estaba satisfecha, así que decidí dar un paso más y, la última primavera, comprometí el trabajo de nuestra banda para organizar el gran festín del zoco y el ritual de ofrenda a los dioses.
Fue un éxito total, entre los cánticos de nuestros indios, uno de los sacerdotes de más peso en el consejo dictó sentencia: “Habéis sido muy valientes, merecéis estar entre nosotros.” Al fin, habíamos ingresado en el grupo de los privilegiados con jaima propia.
Por eso, ayer, en plena discusión acerca de las condiciones para asistir al próximo gran zoco de papiros inteligibles, en el jardín del recogimiento, yo recordaba, con tranquilidad, los comienzos.

1 comentario:

  1. ...traigo
    sangre
    de
    la
    tarde
    herida
    en
    la
    mano
    y
    una
    vela
    de
    mi
    corazón
    para
    invitarte
    y
    darte
    este
    alma
    que
    viene
    para
    compartir
    contigo
    tu
    bello
    blog
    con
    un
    ramillete
    de
    oro
    y
    claveles
    dentro...


    desde mis
    HORAS ROTAS
    Y AULA DE PAZ


    TE SIGO TU BLOG




    CON saludos de la luna al
    reflejarse en el mar de la
    poesía...


    AFECTUOSAMENTE
    ALIBABA Y LOS CUARENTA LADRONES


    DESEANDOOS UNAS FIESTAS ENTRAÑABLES DE NAVIDAD 2009 ESPERO OS AGRADE EL POST POETIZADO DE CREPUSCULO.

    José
    ramón...

    ResponderEliminar